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Casi 65 millones de brasileños están en situación de morosidad, según datos de octubre recopilados por la Confederación Nacional de Dirigentes de Comercios (CNDL) y el Servicio de Protección al Crédito (SPC Brasil).
El número de consumidores con deudas impagas alcanzó un récord histórico según el estudio realizado por CNDL en colaboración con SPC Brasil. Esta situación —que afecta aproximadamente al 40% de la población adulta— refleja el contexto económico actual, marcado principalmente por la alta inflación, que reduce el poder adquisitivo del trabajador, y por la tasa de interés, que encarece el costo de las deudas.
Impacto en el Mercado de Consumo
El aumento de la morosidad afecta a todo el mercado de consumo, generando dificultades no solo para los deudores o para las empresas cuyo flujo de caja se ve comprometido por la falta de pagos, sino también para el comercio de bienes y servicios en general, debido a la baja capacidad de compra de la población endeudada.
Además de perder el acceso al crédito, los aproximadamente 65 millones de morosos deben equilibrar su presupuesto entre el pago de deudas atrasadas y los gastos esenciales.
“El consumidor moroso se ve limitado para consumir y, al disminuir el consumo, las ventas se ven directamente impactadas”, evalúa Merula Borges, especialista en finanzas de CNDL.
Esta restricción reduce las expectativas de las empresas sobre los resultados financieros y su disposición para realizar nuevas inversiones o contrataciones.
Morosidad en el Sector Financiero
En el ámbito financiero, la morosidad representa un riesgo que inevitablemente se traduce en costos. Según el informe de CNDL/SPC Brasil, más del 60% de las deudas se concentran en el sector bancario.
Borges señala que las deudas con tarjeta de crédito no afectan directamente el flujo de caja del comercio minorista, ya que el débito queda restringido a la institución financiera.
“El problema surge cuando el banco percibe que muchas personas no están pagando sus cuentas y aumenta la tasa de interés al considerar que el riesgo es mayor”, explica.
Incluso con la pausa en el aumento de la tasa básica de interés (Selic), que en agosto de 2022 se situó en 13,75% anual, las tasas promedio de tarjetas de crédito siguen incrementándose.
La tasa promedio del crédito rotativo para personas físicas pasó de 346% anual en enero de 2022 a 399% anual en octubre de 2022, según datos del Banco Central.
“Es positivo contar con un entorno de negocios favorable y consumidores al día”, argumenta la especialista.
Para solucionar el problema, es indispensable un ajuste en el escenario macroeconómico, reduciendo tanto la inflación como las tasas de interés, lo que permitiría a consumidores y empresas con deudas costosas cambiar sus créditos por opciones más baratas.
Un Escenario Retador
“La tasa de interés es una variable clave de la morosidad”, afirma Marcos Camargos, investigador y profesor adjunto de la Facultad Ibmec-MG y de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).
Además de encarecer las deudas atrasadas, los intereses limitan el acceso al crédito, especialmente para empresas que dependen de financiamiento para invertir.
Camargos recuerda que la expansión de la Selic no es un hecho aislado. La economía brasileña ya se encontraba debilitada cuando la pandemia de Covid-19 impactó al país.
La crisis sanitaria profundizó un contexto desfavorable, afectando fuertemente a la población y a las empresas. Los programas de ayuda y crédito implementados en los últimos años, sumados a la escasez de insumos y al aumento de precios internacionales, contribuyeron al incremento de la inflación.
El proceso inflacionario ha sido controlado mediante la Selic, que comenzó a subir en marzo de 2021 (cuando se encontraba en 2% anual, el nivel más bajo de la historia) y solo detuvo su ascenso en el último trimestre de 2022, en 13,75% anual.
Se trata de un contexto desafiante para la política económica y crítico para la población y las empresas, que han perdido poder adquisitivo en el período reciente.
La disminución de la inflación y de las tasas de interés no ocurrirá con la misma velocidad observada durante su ascenso; por el contrario, será un proceso lento, especialmente en relación con la Selic.
Diagnóstico y Análisis Empresarial
Para mitigar los efectos de la morosidad, Camargos recomienda que las empresas mejoren sus modelos de análisis y concesión de crédito o restrinjan estas operaciones a tarjetas de crédito, ya que las instituciones financieras poseen sistemas más adecuados para gestionar los riesgos.
Andrew Frank Storfer, director de la Asociación Nacional de Ejecutivos de Finanzas, Administración y Contabilidad (Anefac), compara:
“La tasa de interés subió en ascensor y bajará por la escalera”.
En 2023, la Selic podría comenzar a descender lentamente, pero aún se mantendrá en niveles muy altos. La orientación es actuar con cautela en la concesión y obtención de crédito.
El primer paso es controlar el endeudamiento, evitando que la organización enfrente dificultades para cumplir con sus obligaciones. Storfer añade que las empresas deben comprender plenamente el riesgo asociado a la morosidad, revisando sus políticas internas y asegurando transparencia en los criterios adoptados.
“No puede suceder que la empresa se vea afectada por alta morosidad sin entender las causas de este problema”.
El análisis de datos sobre morosidad permite identificar si las dificultades están relacionadas con un tipo específico de producto o servicio, y determinar el perfil del consumidor moroso. La inteligencia generada a partir de este diagnóstico permitirá tomar decisiones más estratégicas para el negocio.
En la relación entre empresas, la concesión de crédito sigue prácticas similares a las adoptadas con consumidores individuales, como la consulta a registros de morosidad y protestos.
Las particularidades están relacionadas con la evaluación de estados financieros, balances y flujo de cobros, así como con la formalidad jurídica de los contratos.
Storfer enfatiza que la morosidad entre empresas también debe evaluarse en función de la dependencia de los clientes:
“Una cosa es una empresa cuyo mayor cliente representa el 5% de su facturación. Otra muy distinta es cuando un solo cliente representa el 80% de la facturación. La dependencia es crítica no solo por la morosidad, sino para la supervivencia del negocio”.
Cuanto más diversificada esté la cartera de cuentas por cobrar, más fácil será gestionar la morosidad.
Fuente: Contas em Revista