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Combatir el desperdicio de energía, optimizar el uso de recursos e invertir en fuentes renovables atenúa el impacto ambiental de la empresa y, al mismo tiempo, permite reducir gastos financieros.
Las empresas que prestan atención a los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) encuentran en la eficiencia energética una aliada no solo de la sostenibilidad, sino también del propio negocio. Gestionar mejor el uso de la energía genera múltiples beneficios, como alinearse con prácticas de desarrollo sostenible, conservar mejor los equipos, reducir riesgos por sobrecarga y, por supuesto, disminuir costos.
Eficiencia: Hacer Más con Menos
El concepto de eficiencia, entendido como hacer más consumiendo menos recursos, se aplica de manera directa al consumo de energía eléctrica. En las empresas, el desperdicio es muy común, según Odilon Duarte, coordinador del Curso de Grado en Ingeniería de Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul (PUCRS).
En un proyecto reciente, el equipo de Duarte visitó casi dos mil pequeñas empresas en la región metropolitana de Porto Alegre y constató numerosas situaciones de desperdicio energético que también se traducen en mayores costes. Por ello, el profesor asegura que siempre es posible mejorar la eficiencia.
Dos problemas recurrentes son el desfase tecnológico y la falta de mantenimiento. Los equipos antiguos consumen más energía y la irregularidad en las labores de mantenimiento genera un consumo ineficiente.
“Muchas veces estamos hablando de soluciones simples”, comenta Duarte. La limpieza periódica de los sistemas de iluminación o el cambio de la goma de sellado de un refrigerador son buenos ejemplos.
Emerson Martim, ingeniero químico y profesor de posgrado en Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica del Paraná (PUCPR), destaca que un análisis de eficiencia energética puede indicar mejoras que reduzcan el consumo, como sustituir motores eléctricos obsoletos.
Financiamiento y Apoyo Público
Una recomendación es explorar líneas de financiación ofrecidas por bancos públicos.
“El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), por ejemplo, ofrece programas de garantías para micro y pequeñas empresas (MPE) enfocadas en eficiencia energética. Las empresas que utilicen refrigeración son candidatas ideales para beneficiarse del reemplazo de motores”, añade Duarte.
De la Eficiencia a la Energía Renovable
Invertir en fuentes de energía renovable, como la solar, es viable incluso para empresas pequeñas. Duarte explica que el retorno de inversión es de aproximadamente cuatro años y medio, aunque es necesario evaluar la realidad de cada empresa y el tamaño del proyecto.
La viabilidad económica debe analizarse caso por caso, enfatiza Martim. Al producir su propia energía, la empresa se integra al sistema de generación distribuida y comienza a ahorrar desde el primer mes. Sin embargo, la inversión inicial es considerable.
“No significa que siempre sea ventajoso respecto al capital invertido”, argumenta el ingeniero.
Duarte recomienda primero mejorar la eficiencia energética antes de considerar la instalación de paneles solares u otra fuente de energía renovable. Implementar un proyecto de optimización energética es, en sí mismo, una inversión menor que genera resultados inmediatos.
“Decimos que la energía más limpia es aquella que no se genera”, afirma Duarte.
Al mejorar la eficiencia, la empresa reduce su nivel de consumo, lo que puede disminuir el coste de un proyecto de energía solar.
“Si actualmente la empresa necesita 30 módulos, usando la energía de manera más eficiente, podría requerir menos módulos, reduciendo así el valor de la inversión”, ejemplifica Duarte.
Aunque muchas iniciativas pueden implementarse internamente, es recomendable buscar el apoyo de profesionales especializados para identificar alternativas menos costosas, como distintas fuentes de energía renovable o la utilización del mercado libre de energía.
Fuente: Revista Conmax